¡Basta!: Carta abierta a todas las Keishlas

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Escrito por: Carmen Arroyo

¡Basta!

El caso de Keishla nos ha impactado a todos. Sentimos un gran alivio de sacar de la sociedad a un maltratante típico de nuestro entorno. Muchos Verdejos están todavía marcando territorio de poder y muchas Keishlas están amenazadas de muerte.

Keishla debe ser nuestra consciencia de alerta a una vida de maltrato en las relaciones tóxicas que establecemos. ¡No más Keishlas y no más Verdejos ni Sutanejos ni Perencejos!  ¡No más relaciones con maltrato verbal, psicológico, ni físico, desbalance de poder por género, ni coerción constante para que te conviertas en esclava de las necesidades emocionales de un macho, ni más “te amo” condicionados a que me satisfagas mi absurda y enfermiza visión de macho Alfa!

Muchas Keishlas creen que un “te amo” es una honesta promesa de compromiso en pareja y que el rol de la mujer es entender, aceptar, tolerar y curar los vicios y deficiencias emocionales de la pareja fantaseando en un porvenir maravilloso con ese sapo que el beso convierte en príncipe y que la relación perdurable de pareja depende de que seamos sumisas, sin voz, sin plantearnos mejores posibilidades y sabiendo que el verdadero amor es doloroso y que todos los hombres son así.

Tenemos que aprender desde que nacemos que las relaciones humanas son para promover y mantener el bienestar, para cuidar y proteger de los peligros, para sustentar el conocimiento y los valores del respeto a la vida y a la libertad de ser. ¡No más maltrato, violencia y abuso de poder entre los roles de género! Más conocimiento sobre lo que es el maltrato, de lo que significa el respeto y lo que implica mantener el balance en una relación; más consciencia de que tenemos los criterios claros y el espacio definido de lo que toleramos como pareja. 

Debemos educarnos desde el hogar, desde la escuela, desde todas las instituciones sociales, que no debe haber tolerancia hacia el maltrato psicológico, verbal o físico y que no existe justificación para mantener un tiempo de prueba para decidir alejarnos.  Si no valora como igual y necesario mi rol en la relación, no la acepto.  

Tenemos que levantar la voz, aprender a decir “NO”, a establecer límites claros de tolerancia cero al abuso y la violencia, a considerar inaceptable mantener en nuestro espacio un ser que busca satisfacer sus absurdas ansias de poder, su nefasta psiquis de Narciso y sus constantes teatros de arrepentimiento.  No, la relación que quiero me da valor, no intentarà humillarme , no me usará para descargar su ira y sus recores, no me querrá sumisa y silenciosa y validará mi voz como mi más valioso rasgo de lo que soy.

Todas esas niñas y adolescentes que van despertando a la ilusión de pareja, a la fundamental necesidad humana de ser reconocida y valorada como un ser deseable para ser pareja, al desarrollo natural de la madurez sexual, deben saber que no todos los hombres son iguales y que debe estar alerta a los depredadores y viciosos maltratantes que pululan en este espacio.  Son demasiados los que se crían en un ambiente contaminado por el abuso y no debemos ser víctima  de sus destrezas de depredador por mantener una perspectiva de pareja y de roles definidos entre  amo y esclavo, el que da y el que recibe, el dominante y el sumiso. 

El proyecto de vida es uno de equidad y bienestar, de validación a mi presencia y a mi voz y a la del derecho de vivir en un ambiente que me provea las oportunidades de mi mayor desarrollo como individuo.

¡Basta, No más maltrato, no lo acepto, no lo justifico, ADIÓS!

 

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