Los hombres y su manía de decirnos puta

capela love

Por: colaboradora invitada

Todas tenemos historias de hostigamientos, acoso y violación a la privacidad desde que somos pequeñas. A todas nos cogieron una nalga o una teta. A todas nos pusieron un espejo debajo de la falda para vernos los panties. A todas nos mandaron a cerrar las piernas para que no nos miraran los nenes. A todas nos han besado a la fuerza. A todas se nos ha quejado alguna pareja por tener que ponerse un condón... “la cabecita solamente". A todas nos han tildado de putas por disfrutar de nuestra sexualidad.

Cuando tenía 8-10 años, fui de vacaciones con mi familia a Guánica; nos quedamos en la torre de apartamentos que renta el gobierno frente a Playa Santa, y recuerdo que me hice amiguita de otra niña de la misma edad. Su papá fue muy amable conmigo.

Este me comentó que desde la azotea del edificio había una vista hermosa y que se veía toda la costa. No recuerdo cómo pero una mañana, él me llevó a la azotea. Mientras me señalaba con el dedo cada una de las playas o pueblos que veíamos, me acorraló contra la pared e intentó besarme. Yo era de la edad de su hija...

Pude escapar y bajar 14 pisos corriendo con un miedo cabrón hasta encontrar a mi familia en la piscina. Nunca me atreví a decirles lo que había pasado.

Más o menos a esa misma edad, el abuelo de mi prima me llevó al patio de su casa para enseñarme los panales de abejas mientras mi mamá y mi tía almorzaban con su esposa. Tenía un billete de $5 en su mano y me dijo “si me das un besito en la boca te lo doy”. Le quité el billete de la mano y me fui corriendo sin darle el asqueroso beso. Le dije a mi mamá después.

En la escuela elemental un nene me cogió la nalga y se fue corriendo. Días después me lo encontré de frente y le zumbé una bofetá. La maestra mandó a llamar a mi mamá, pero a la mamá del pendejo ese, no.

Los pedófilos y acosadores están choretos, por lo que desde pequeña aprendí a defenderme escapando o con violencia. ¡Porque un jodio puño bien dao es lo menos que se merecen!

De grande en las discotecas o pubs es otra historia. Las miradas hostigadoras, la insistencia para pagarte un trago o la cogedera de nalga cuando te pasan por el lado. ¿Y qué me dicen de los que quieren bailarte bien pegadito para que le sientas el bicho? Mira cabrón, ¡no!

Uno de mis primeros novios me hacía papelones en público a cada rato. Sus celos eran tanto que hasta me dijo puta por hablar con un excompañero de high school en una barra.

También tuve un novio que se enfureció cuando le pregunté sobre un mensaje de texto bien comprometedor que recibió de otra muchacha. En la discusión, no sólo tiró la llave inteligente de mi carro desde un séptimo piso, sino que intentó hacerme sentir culpable y me tiró al sofá de un empujón.

Otro, el más feminista que se cantaba, en una ocasión me dijo puta y cabrona frente a un amigo suyo porque yo ya no quería estar con él y porque hablé con otros hombres en el lugar donde estábamos.

El siguiente novio, cuando le decía que un ex me estaba escribiendo, se encabronaba y me echaba la culpa de que el susodicho decidiera escribirme. Esto aún cuando yo era la que le avisaba tan pronto el tipo me textiaba, para no tener problemas y fomentar una buena comunicación entre ambos. Como sea me llamó putipuerca y, después que pasaron meses de habernos dejado, recibí un email de él diciéndome, puta y chapiadora, entre otros insultos.  

Para acabar de completar, hasta mi papá me ha tildado de puta. Él se molestaba conmigo por janguiar cuando estaba en la universidad. La cosa es que yo trabajaba full time, me pagaba la universidad, no le pedía dinero para nada y sacaba buenas notas; así que cuando le reclamé que, aunque me gustara janguiar yo cumplía al ser responsable con mis estudios y mi vida personal, me contestó: solo Dios sabe los arreglos que tienes con tus profesores para sacar esas notas.

Estos minirelatos son bien light comparados con las experiencias de otras mujeres que han sido violadas, asesinadas o que les han dado una paliza física o emocional. Pero me partieron el alma… porque TODOS me tildaron de puta por simplemente no actuar como ellos querían.

Y eso está cabrón.

Está cabrón que quieran controlarte. Está cabrón que desde pequeñas tengamos que pasar por el acoso y hostigamiento de hermanos, tíos, amigos y padres, que solo nos ven como un canto de carne. Y que si los denunciamos, los muy cobardes le viren la tortilla a la mujer que han traumatizado.

Está bien cabrón que todavía le tengamos miedo a los hombres. Más cabrón todavía es que los mismos hombres le teman a otros hombres más, sin embargo, pocas veces le temen a una mujer.

¡Puñeta yaaaa!

Mujer, no te creas el cuento, ellos no pueden hacer lo que quieran contigo. Ni los pendejos de la calle ni los que gobiernan este país, que tratan de espetarnos leyes retrógradas para controlar nuestro cuerpo. Quéjate, tíralos al medio, zúmbale cuando te toquen sin tu consentimiento, atrévete a decir que NO y sobre todo, ayuda a otras mujeres que estén pasando por lo mismo. Solo así, poco a poco, le pasaremos el rolo.

Y btw… ¡NO HAY NADA MALO EN SER PUTA!

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